En la cultura popular de algunos países de América Latina, se veneran a los "santos populares", figuras religiosas que han adquirido una devoción especial entre la gente. Uno de estos santos es la Difunta Correa, venerada en Argentina y otros países de la región.
La historia de la Difunta Correa se remonta a tiempos de la guerra civil en Argentina. Según la leyenda, durante el conflicto, una mujer llamada Deolinda Correa siguió a su esposo, quien era soldado, a través de los campos de batalla. Sin embargo, en el camino, Deolinda falleció de sed y agotamiento, dejando a su hijo recién nacido a su lado.
Se dice que los lugareños encontraron su cuerpo sin vida, pero milagrosamente, el niño seguía alimentándose de su pecho. En aquella época, ese acto maternal la convirtió en un sinónimo de sacrificio y amor incondicional, y la gente comenzó a venerarla como protectora en tiempos de necesidad.
Hoy en día, miles de personas visitan su santuario en la provincia de San Juan, Argentina, dejando ofrendas y peticiones de ayuda. La devoción a la santa se ha convertido en una parte integral de la cultura popular, donde se le atribuyen numerosos milagros y favores concedidos a aquellos que acuden a ella con fe.
La historia de la Difunta Correa es un ejemplo de cómo las figuras religiosas populares pueden arraigarse en la tradición y la fe de un pueblo, brindando consuelo y esperanza a aquellos que buscan su protección.
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